domingo, 28 de noviembre de 2010

Tensión por ejercicios militares conjuntos EE. UU.-Corea del Sur

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Sería respuesta al ataque norcoreano a isla de pescadores. El régimen mantenía silencio este sábado.

 En las islas situadas al oeste del puerto de Incheon, (Corea del Sur) este viernes sólo faenaban los furtivos chinos y algún pesquero temerario que le ha perdido el respeto a la artillería de Kim Jong-il.
La península coreana se mantenía en vilo por los ensayos militares que empezaron este sábado (domingo en la zona).  Estados Unidos y Corea del Sur desplegaron una fuerza disuasoria, encabezada por el portaviones George Washington, frente a las costas del régimen norcoreano de Kim Jong-il.
 Y aunque todavía no se sabía a qué distancia se colocarían sus barcos de la artillería enemiga, las maniobras navales han sido interpretadas por Pyongyang como una "provocación".

Es más, el país bajo régimen estalinista acusó a Washington y Seúl de estar poniendo la región "al borde de la guerra" y amenazó con "aniquilarlos" con una "lluvia de fuego terrible".
La tensión entre las dos coreas ha alcanzado estas semanas uno de sus puntos más altos desde que se firmó el alto el fuego en 1953.
La situación se ha deteriorado en tiempo récord, ya que hace poco más de tres años el conflicto parecía lentamente encaminado hacia la reconciliación. Según analistas, el punto de inflexión de las relaciones coincidió con la victoria en las elecciones legislativas de diciembre de 2007 del candidato conservador surcoreano Lee Myung-Bak, partidario de la mano dura frente al régimen comunista.
Expertos críticos con la gestión estadounidense de la crisis, como Bruce Cumings, creen que el Gobierno de George W. Bush también tuvo responsabilidades al no cumplir con todo lo prometido durante las rondas negociadoras a seis bandas iniciadas para desmantelar el programa nuclear norcoreano.
Se ha perdido el terreno ganado
Sea como fuere, Corea del Norte y Corea del Sur han perdido en los últimos meses todo el terreno ganado en los años de deshielo, que coincidieron con el mandato de Roh Moo Hyun. El antecesor de Lee Myung-Bak apostó por la reconciliación y el diálogo; y despertó tantas simpatías en la cúpula de la tiranía comunista que Kim Jong-il mandó oficialmente sus condolencias al entierro de Roh Moo Hyun, quien se suicidó en 2009, acosado por un caso de corrupción.
La mayoría de los expertos creen que el régimen de Kim Jong-il también ha pasado por una serie de transformaciones y problemas internos que han contribuido a disparar las diferencias.
La dictadura parece decidida a no abrirse al extranjero, al revés que han ido haciendo otros países comunistas asiáticos como China, Vietnam o Laos. Tampoco está permitiendo el desarrollo de una economía de mercado, más allá de débiles concesiones a Pekín para levantar zonas especiales en la frontera.
El norte de la península coreana es montañoso, con tierras difícilmente cultivables. Además, sus tierras se ven azotadas frecuentemente por tifones, inundaciones y otros desastres naturales. En este contexto, el abasto depende del exterior, los alimentos escasean y el peligro a una nueva hambruna (sucedió en los 90) está siempre presente.
Los embargos comerciales harían inviable la economía norcoreana si no fuese por la ayuda humanitaria internacional y por China, país del que depende el comercio, la adquisición de combustibles y un 50 por ciento de los alimentos.

La ruina material del régimen es un factor importante para explicar por qué actúa con tanta agresividad: la mayoría de los analistas, tanto occidentales como chinos, aseguran que Kim Jong-il ha utilizado sus planes nucleares y su imagen de dictador peligroso e impredecible para conseguir ayudas económicas y petróleo.
A cambio de un diálogo sobre su desarme, Pyongyang ha conseguido 4.000 millones de dólares desde 1994, casi todo de EE. UU., Corea del Sur y Japón.
Armas atómicas
Eso sin contar los cerca de 3.000 millones de dólares en ayuda humanitaria, arroz, medicinas y bienes de primera necesidad. No ha servido de nada: el régimen continúa desarrollando armas atómicas y, según los últimos informes de testigos estadounidenses, progresan a gran velocidad en el enriquecimiento de uranio.
Expertos del sector creen que, con esa capacidad y el acceso al mercado internacional de misiles de largo alcance a través de tecnología china y rusa, sólo la técnica de la miniturización (necesaria para crear y estabilizar cabezas nucleares) les separa de tener misiles atómicos capaces de alcanzar otros continentes.
El último factor de peso para explicar la beligerancia de la tiranía coreana es la larga enfermedad y decrepitud de Kim Jong-il, que ha tenido que elegir apresuradamente un heredero, alistando a su tercer hijo Kim Jong Un, un jovencito inexperto que fue presentado en sociedad hace apenas unos meses durante un pomposo desfile militar en las avenidas de Pyongyang. El heredero necesita ganarse el respeto de la cúpula militar con acciones audaces que suplan su falta de curriculum y su nula experiencia castrense.
Según fuentes surcoreanas, el 'Querido Líder' estuvo visitando hace una semana la base militar de Gangnyeong, desde donde se coordinó el ataque del martes a la isla de Yeongpyeong. Kim Jong-il fue visto en las instalaciones castrenses en compañía de su vástago. Juntos, padre e hijo, habrían tutelado el primer ataque contra población civil desde que acabó la guerra de Corea hace más de medio siglo.
En la frontera más militarizada del mundo ha sucedido de todo desde que se separó el país por el paralelo 38, pero hasta ahora la artillería no había disparado contra ciudadanos indefensos.
Si tienen una foto de ambos a mano, obsérvenlos con detenimiento. Y piensen que la paz en Extremo Oriente depende de cómo este anciano dictador y su inexperto hijo veinteañero responderán a las maniobras militares en curso.
Ángel Villarino
Para EL TIEMPO
Incheon (Corea del Sur)

F  eltiempo.com

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