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Por Paul Taylor
PARIS (Reuters) - Houshang Asadi es una víctima de tortura en Irán.
Fue torturado durante el régimen del Shá y luego nuevamente tras la instalación de la república islámica de Irán. Todavía tiene dolores por las noches.
El ex periodista de 59 años, quien vive exiliado en París, finalmente está vengándose vía internet de su ex torturador: un hombre a quien todos llamaban Hermano Hamid.
El relato de Asadi refleja la historia moderna de Irán. Narra los horrores e intriga con humanidad, toques de poesía y humor en un libro titulado "Cartas a mi torturador", que acaba de ser publicado en inglés.
Cuando fue torturado por primera vez por la policía secreta Savak del Shá en la prisión Moshtarek de Teherán a fines de la década de 1970, compartía celda con un clérigo musulmán llamado Ali Khamenei. Ambos se hicieron amigos.
Cuando Asadi fue torturado nuevamente en la misma prisión a comienzos de la década de 1980, Khamenei había sido víctima de un atentado con bomba y se había convertido en el presidente de la república islámica, establecida después de que el Shá fuera derrocado en la revolución de 1979.
Hoy, como líder supremo de Irán, Khamenei encabeza medidasrepresivas contra los reformistas, impuestas tras las protestas por la polémica reelección del presidente Mahmoud Ahmadinejad el año pasado. Algunas de las mismas prisiones y técnicas de interrogación están siendo aplicadas de nuevo, según la oposición.
En dos años de luchas revolucionarias y relativa libertad antes del segundo arresto de Asadi, él se mantuvo en contacto con Khamenei.
El libro describe a un Khamenei intelectual, humano y amante de la literatura que sabe disfrutar de una broma, irreconocible como el ideólogo fundamentalista de hoy en día.
FAMILIARIZADO CON LA TORTURA
Cuando Asadi fue sentenciado a muerte por supuestamente ser parte de un complot comunista para derrocar el régimen islámico, su esposa contactó al presidente para pedirle ayuda.
Khamenei le envió al juez una nota de puño y letra diciendo simplemente que había estado al tanto de las ideas políticas del periodista desde un principio. Asadi no cree que eso lo haya salvado de la ejecución.
"No tenía la suficiente relevancia en el partido. Ellos ejecutaban a miembros de la primera plana de la dirigencia. Yo no estaba en las primeras filas. Yo era periodista de Mardom, el periódico del partido", dijo Reuters en una entrevista.
Asadi sobrevivió a la masacre de miles de prisioneros políticos ordenada por el líder revolucionario ayatolá Ruhollah Khomeini en 1988, después de decir a la corte que había renunciado al partido comunista Tudeh y que se había convertido en un fiel musulmán.
Un conocedor de la tortura, cuenta con una aguda percepción de las diferencias entre quienes la practican.
"El propósito de Savak era extraer información, mientras que los islamistas quieren quebrarte, insultarte", indicó.
El Hermano Hamid lo llamó "pelele inútil" y lo hizo ladrar como un perro cuando quiso "confesar" para poner fin al dolor.
El objetivo era hacer que un pecador se arrepintiera y adoptara el Islam, aunque eso no fuese garantía para evitar ser ejecutado en última instancia.
Las técnicas empleadas incluían colgar a prisioneros de una cadena aferrada a sus brazos detrás de sus espaldas, darles latigazos contra las plantas de los pies hasta que no pudiera caminar o estar de pie sin dolor, y romperles los dientes para luego negarles atención dental.
Asadi también fue sometido a la humillación de ser forzado a comerse su propio excremento y el de otros reos.
El Hermano Hamid quería que confesara haber sido parte de un complot para un golpe, presuntamente forjado por los servicios de inteligencia soviéticos y británicos.
Se le ordenó que escribiera "confesiones" sobre hojas de papel en blanco que eran dejadas en la sala de tortura. Si no eran satisfactorias, era sometido a nuevos castigos.
"Ellos quieren que encarnes el papel que han escrito para ti en su propio guión", dijo Asadi, quien publicó una revista sobre cine en Teherán hasta que fue allanada y clausurada en el 2005, el año en que él y su esposa huyeron a Francia.
Antes de cada sesión de tortura, el Hermano Hamid invocaba a figuras musulmanas chiitas: "En el nombre del divino Fatimeh", ¡Latigazo!
Cuando el torturador de cansaba, solía reproducir una cinta que repetía un hipnótico canto chiita que rememoraba el campo de batalla donde Hussein, nieto del Profeta Mahoma, fue asesinado: "Kerbala, Kerbala, estamos en camino".
La prisión de Moshtarek hoy es un museo, con exhibiciones que denuncian a los torturadores del Shá. Pero sus técnicas todavía son usadas en la cárcel Evin de Teherán, el principal centro de detención para presos políticos, según excarcelados.
Ahora es el Hermano Hamid quien está en la mira desde que Asadi lo puso al descubierto en una entrevista con Voice of America, cuando el ex torturador era embajador de Irán en un Estado del centro de Asia. El enviado fue llamado rápidamente a Teherán y jubilado.
Asadi, quien junto a su esposa Nooshabeh Amiri trabaja para un sitio web de noticias (www.roozonline.com), publicó una foto de su torturador en internet junto al presidente Ahmadinejad, en una visita oficial a Tajikistán.
"Alabado sea Alá un millón de veces, has engordado. Tu papada sobresale por encima de tu uniforme oficial de embajador", escribió Asadi. Pese a tener los ojos vendados durante la mayor parte de su tiempo en prisión, dijo haber visto claramente al Hermano Hamid tres veces.
Exiliados y activistas por la democracia del proscrito Movimiento Verde han hallado nuevas imágenes del Hermano Hamid, quien llegó a ser vice ministro de inteligencia.
Descubrieron su dirección, los nombres de sus hijos y contactaron a su hija por medio de su página de Facebook.
En la era de internet, incluso los torturadores deben temer por su privacidad.
* "Cartas a mi torturador, amor, revolución y encarcelamiento en el Irán de Khomeini", fue publicado por Oneworld, Oxford)
(Editado en español por Marion Giraldo)
F lta.reuters.com/article/topNews/idLTASIE66N04F20100724?sp=true
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