miércoles, 21 de julio de 2010

Un hombre estuvo tres años preso en La Picota por un crimen que no cometió

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Fue detenido hace 38 meses durante un control policial en el Terminal de Transportes de Bogotá.


Venía de Cartagena, con una oferta de trabajo, y terminó en la cárcel La Picota, pues sobre él pesaba una orden de captura por homicidio agravado y estaba sentenciado a 16 años de prisión.
"Soy inocente", repitió una y mil veces desde su captura, el 5 de junio de 2007.

El juzgado promiscuo de Yolombó (Antioquia) profirió en 1994 una sentencia condenatoria contra Manuel, de 59 años, pues lo halló responsable de un crimen ocurrido en 1988 en Vegachí (Antioquia).

Manuel Mena saldrá en los próximos días, gracias a la gestión realizada por el 'Proyecto Inocencia', que asumió su caso y probó que era inocente.

'Fue un tal Manuel Mena'
"Una noche, un minero apodado alias 'El morenazo' estaba tomando con un grupo de amigos. Luego de discutir con uno de ellos, ya ebrio, lo mató con un hacha", cuenta el abogado Francisco León, quien aceptó el reto de comprobar la inocencia de Manuel en marzo de 2009. Él hace parte del 'Proyecto Inocencia' de la Universidad Manuela Beltrán (UMB), de Bogotá, que busca ayudar a personas condenadas por un delito que dicen no haber cometido y a quienes se les desconocieron sus derechos. "Yo vi sus ojos y creí en su inocencia", agrega.

Nadie conocía la identidad de 'El Morenazo'. Unos testigos dijeron que se llamaba Luis y que tenía una cicatriz de una quemadura, en el lado derecho, desde la cara hasta el antebrazo. Además, que le faltaban algunos dientes.


A otro se le ocurrió decir que era Manuel Mena. Y con este nombre, el juzgado de instrucción criminal de ese tiempo le solicitó a la Registraduría información de cuántos Manuel Mena había en el país. Aparecieron dos. Uno, por la edad, no podía ser el responsable, así que el segundo tenía que ser el asesino.

A pesar de que su apariencia no correspondía a la detallada por los testigos, había un pequeño detalle que, al parecer, fue tomado como prueba: en la cédula de Mena existía una anotación sobre la existencia de una cicatriz en la parte derecha. Pero es mínima y no precisamente por quemadura. Aún así, fue juzgado y condenado en su ausencia.

"Lo primero que hicimos fue verificar que sus rasgos físicos no eran, que nunca había trabajado en minería, que su dentadura era natural y que no había estado en Vegachí", explica el abogado León.

Pasos para liberarlo
El primer paso fue instaurar una tutela contra la sentencia judicial proferida por el Juzgado ante el Tribunal de Antioquia para demostrar que Manuel estaba sufriendo un perjuicio irremediable, pues no era la persona que había sido condenada. Éste la rechazó al considerar que había transcurrido mucho tiempo para presentar este recurso.

"No era así, pues Manuel es una persona pobre, analfabeta, que no sabe que es una acción de tutela y que carecía de asesoría jurídica en la cárcel", dice José Manuel Díaz, asesor del Proyecto Inocencia. Esta decisión se impugnó ante la Corte Suprema de Justicia, pero el alto tribunal respondió que Mena no podía, vía tutela, cuestionar una sentencia, pues estuvo prófugo de la justicia por 19 años.

Se acudió a un último recurso: pedirle a la Corte Constitucional que revisara la tutela. "Nos dio la razón y le otorgó la libertad. Consideró que existían todas las dudas sobre la responsabilidad de Manuel en el homicidio y que pese a ello lo condenaron", afirmó Juan Carlos Cárdenas, director del 'Proyecto Inocencia'.

La Corte afirmó que no se actuó de forma diligente y que no hubo ninguna actividad probatoria en defensa de Manuel, quien pasó tres años tras las rejas tratando de probar su inocencia.

'Esto ha sido una pesadilla': Manuel Mena
"Estoy desesperado por salir de acá. Yo sabía que tenía que llegar este momento y comprobar esta injusticia, ha sido una pesadilla", le dijo el martes Manuel Mena a EL TIEMPO, vía telefónica, desde la cárcel.

Entre hoy y el viernes debe quedar libre. En estos meses, tuvo dos abogados más pero ninguno supo ayudarlo. En algún momento se resignó a pagar su condena e, incluso, intentó quitarse la vida por la desesperación. Estuvo, incluso, tres veces hospitalizado.

Candelaria Álvarez, su compañera sentimental desde hace 16 años, afirma que ella y su familia han resultado perjudicados. "Yo estaba recién operada cuando él se fue... Yo trabajaba cuidando niños y ancianos y cuando volví a buscar trabajo me quedé sin voz y me rechazaron ", dice. Con Manuel preso, tuvo que rebuscarse la vida. Vendió pasteles e, incluso, puso a sus hijos a trabajar vendiendo minutos de celular. Aunque Manuel le pidió olvidarse de él, su amor se mantuvo firme.

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