domingo, 18 de julio de 2010

La red que vendió bebés por 20 años; cobraban hasta cinco millones de pesos

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El CTI capturó a un hombre y a dos mujeres, pero está en busca de otros integrantes de la banda, que operaba en clínicas clandestinas de Bogotá.

Lo que comenzó en febrero pasado con una llamada anónima al CTI en Tunja (Boyacá) para delatar una clínica de abortos en el barrio Chapinero de Bogotá, hoy tiene a un grupo especializado de agentes tras la pista de una macabra red que llevaría 20 años traficando con bebés, a los que vendían por precios que oscilaban entre 2,5 y 5 millones de pesos.
Los investigadores no terminan de sorprenderse con cada detalle que descubren en este caso y creen que Eiber José Ochoa Márquez, uno de los detenidos, pudo haber 'negociado' el destino de personas que en la actualidad son adolescentes o incluso adultos, quienes recién nacidos fueron comprados por los que, piensan, son sus 'padres'.
Ochoa era propietario del centro médico Ecomarly, la clínica ilegal denunciada en la llamada anónima de Tunja.
En ese establecimiento, según el CTI, ofrecían atención a embarazadas con más de seis meses de gestación. Si la mujer estaba dispuesta a vender al hijo que esperaba, le ofrecían hasta 400 mil pesos por el niño. No obstante, si se trababa de practicar un aborto "de riesgo", entonces con rudimentarias técnicas de reanimación trataban de mantener vivo al bebé, sin que la mujer lo supiera, y luego, si tenían éxito, lo vendían.
En el momento de ser capturada, Arelix Delgado, alias 'Mónica', compañera sentimental de Ochoa, sólo atinó a decir: "Esto iba a pasar algún día. Nos iban a coger".
Ella les dijo a las autoridades que Ochoa llevaba por lo menos 20 años en ese negocio. De hecho, además de Ecomarly, inaugurado hace cinco años, él tenía otro establecimiento similar en la misma zona de Bogotá.
La pitonisa
Uno de los contactos clave de Ochoa en el negocio era Marina de Guadalupe Pérez Cano. El CTI estableció que ella era la encargada de conseguirle clientes al dueño de Ecomarly para que le compraran los bebés.
Marina de Guadalupe se presentaba como sicóloga, profesión de la que no ha acreditado los títulos. La investigación ha demostrado que es reconocida en varios conjuntos residenciales de Suba, donde vivió, por el pavor que causaba entre sus vecinos.
Testigos contaron que escuchaba música extraña, su vivienda olía a tabaco, recibía a personas que llegaban a visitarla en lujosos vehículos y las noches las pasaba en sesiones de espiritismo, en las que demostraba su destreza en el manejo de la tabla ouija.
Además, a Marina de Guadalupe siempre se le veía con bebés recién nacidos. "Tengo una fundación para la adopción de niños", decía. Uno de sus vecinos contó que lo perseguía el temor de que aquellos chiquillos fueran utilizados en ritos satánicos.
Peritos hacen cotejos de voz para determinar si ella es la misma mujer que llamó a Ochoa para preguntarle si tenía un bebé para "una parejita muy querida, muy formalita". En esa misma conversación, el dueño de Ecomarly le respondió: "Son casualidades de la vida que se le dan a uno. Hoy me llegó una, pero toca esperar. Está de siete (meses)".
'La niña se jodió'
En el allanamiento a la vivienda de Ochoa, ubicada a tres casas de la sede de Ecomarly, el CTI rescató a una bebé de cuatro días de nacida y con apenas 34 semanas de gestación, es decir, cuando la mamá apenas había llegado al octavo mes de embarazo.
A la niña la encontraron dentro de una caja de las que se usan como cama para mascotas. Estaba a medio vestir y desaseada. Los médicos le diagnosticaron ictericia (color amarillento por altos niveles de bilirrubina) y deshidratación en segundo grado. El CTI evitó que la bebé hubiese sido vendida por 5 millones de pesos. El negocio se iba a cerrar ese día.
Además de ese caso, Ochoa enfrenta cargos por un homicidio: "No hay que venir (por la bebé a la clínica). Se jodió (se murió)... No aguantó", le dice él a una interlocutora en una llamada interceptada por las autoridades.
El CTI les sigue la huella a otros integrantes de la red.
Por ley, no tendrán beneficios
Arelix Delgado y Marina de Guadalupe Pérez enfrentan cargos por desaparición forzada y concierto para delinquir. Y aunque ambas, junto con Eiber José Ochoa, se declararon inocentes, por la gravedad de los hechos ninguno tendría beneficios.
Para sustentar los señalamientos contra los tres capturados, la Fiscalía presentó las grabaciones en las que hablan de los 'negocios' con los bebés.
"Imagínate que casi que la boto, porque yo no sabía que estaba tan desarrollada (...) Es una morenita, pero no hija de negros (...) ¡y traga la india!", son algunos de los apartes de las grabaciones realizadas por el CTI.
REDACCIÓN JUSTICIA

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