Estados Unidos estará representado por primera vez el 6 de agosto en las conmemoraciones de este acto de guerra que dejó 140.000 muertos y marcó el inicio de la era de las armas nucleares.
Francia y Gran Bretaña, aliados de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial y también poseedores de este tipo de armamento, se asociarán a esta inédita iniciativa enviando cada uno un diplomático para marcar su respaldo en los esfuerzos por reducir los arsenales nucleares.
También por primera vez un secretario general de la ONU asistirá a la ceremonia del Memorial de la Paz de Hiroshima. Ban Ki-moon llegará el jueves a Japón para participar en la conmemoración del 65º aniversario del bombardeo atómico y subrayar "la urgente necesidad de alcanzar un acuerdo de desarme nuclear global", según un portavoz de Naciones Unidas.
El 6 de agosto de 1945 Estados Unidos lanzó una bomba A, la primera de la historia, sobre la ciudad industrial de Hiroshima, situada en el oeste de Japón. La explosión nuclear no dejó ningún ser vivo en un radio de más de un kilómetro.
Entre el día del estallido y el 31 de diciembre de 1945, unas 140.000 personas murieron por la exposición a las radiaciones.
El 9 de agosto, Estados Unidos lanzó una segunda bomba sobre el puerto de Nagasaki, más al sur, que dejó unos 70.000 muertos.
El emperador Hirohito anunció el 15 de agosto la rendición incondicional de Japón, aceptando la ocupación del país bajo mando estadounidense.
Seis décadas y un lustro después el actual embajador de Estados Unidos en Japón, John Roos, depositará el viernes una ofrenda floral en Hiroshima.
Se trata "de expresar nuestro respeto hacia todas las víctimas de la Segunda Guerra Mundial", precisó el Departamento de Estado en Washington.
Estados Unidos nunca se disculpó por las víctimas de estos bombardeos.
La mayoría de los estadounidenses juzga justificados estos bombardeos, como un mal necesario para acortar la guerra y evitar el baño de sangre que hubiera significado un desembarco en el archipiélago, según las encuestas.
En cambio, la población japonesa y numerosos historiadores los consideran como unas cínicas pruebas en tamaño real de las nuevas armas de destrucción masiva, en un contexto de creciente enfrentamiento entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
Ningún presidente estadounidense en ejercicio viajó a las dos ciudades mártires japonesas, pero algunos en el archipiélago esperan una visita de Barack Obama a Hiroshima en noviembre, al margen de una cumbre del Foro de Cooperación Económica
Asia-Pacífico (Apec) de Yokohama (sur de Tokio).
En abril de 2009, Obama pidió en Praga la construcción "de un mundo sin armas nucleares", discurso que le valió un premio Nobel de la Paz.
Desde entonces el presidente estadounidense fue el anfitrión de una cumbre de 47 países destinada a impedir que los grupos terroristas adquieran material fisible que permite fabricar bombas atómicas.
Estados Unidos firmó asimismo un tratado de reducción de armas nucleares con Rusia. Las dos naciones poseen más del 90% del arsenal existente, con 22.000 ojivas nucleares entre ambos.
Gran Bretaña comparte el objetivo a largo plazo de Obama, pero Francia prefiere evocar una reducción de los arsenales "a la menor cantidad posible" de cabezas nucleares, para preservar una capacidad de disuasión mínima frente a los riesgos de proliferación.
La asociación de alcaldes por la Paz, reunida la semana pasada en Hiroshima y que reivindica más de 4.000 miembros en el mundo, llamó por su parte a que se inicien de inmediato negociaciones internacionales para eliminar todas las armas nucleares para 2020.
HIROSHIMA
AFP
F eltiempo.com
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