Cuando comenzó, el mundo pudo verlo en directo, a través de CNN. Unos 150.000 soldados del Ejército de EE. UU. entraron a Irak y avanzaron hacia su capital con un objetivo: derrocar a Saddam Hussein, que representaba -según George W. Bush- la mayor amenaza al mundo occidental porque tenía en su poder un número indeterminado de armas de destrucción masiva.
Hussein cayó y, aunque nunca se halló rastro de las armas de destrucción masiva, Bush proclamó 'misión cumplida' a bordo de un portaviones estadounidense. Pero sería su sucesor, Barack Obama, quien pusiera fin oficial a la guerra siete años y medio más tarde. Esta vez, cuando terminó, el mundo no estaba mirando.
La principal crítica al 'fin' de la guerra es que EE. UU. comienza a abandonar un país lisiado por la violencia y por la división resultante de la llegada de los invasores. Hablar de progreso en Irak es "una broma", denunció el viernes la coalición británica Stop the War, que reclamó la salida de "todas las fuerzas militares occidentales del país árabe".
Para la ONG, "los militares se retiraron por la noche, bajo el manto de la oscuridad en un momento indigno". Quienes se marchan "dejan un país sumido en el caos", insiste el grupo, que cita informes de la ONU según los cuales uno de cada cuatro iraquíes vive en la pobreza, al disponer sólo de menos de dos dólares al día.
"Sólo un 25 por ciento de los hogares están conectados al sistema de alcantarillado público y, según ciertos cálculos, el desempleo llega al 60 por ciento de la población, mientras en muchas zonas el suministro eléctrico se limita a dos horas diarias", señala Stop the War.
Mientras los soldados estadounidenses empacaban sus cosas en preparación para su regreso a su país, Irak cayó en un peligroso vacío político desde que una elección en marzo no produjo un vencedor claro. El viernes se anunció que el primer ministro, Nuri al-Maliki, y el ex primer ministro Iyad Allawi reanudaron las negociaciones para formar un Gobierno tras meses de enfrentamiento sectario.
El número de ataques insurgentes ha aumentado y, con él, el temor de un regreso de la violencia.
El martes, un suicida se inmoló entre una multitud de hombres jóvenes que esperaban para entregar su solicitud para unirse al Ejército iraquí. Apenas este viernes, sólo horas después del fin de la misión de combate de EE. UU., tres personas murieron y otras doce resultaron heridas en ataques registrados en diversos puntos de Bagdad y la provincia de Diyala, al noreste de esa capital.
REDACCIÓN INTERNACIONAL
F eltiempo.com
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