domingo, 22 de agosto de 2010

Huir del régimen de Corea del Norte, una pesadilla sin fin

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Los que logran salir no siempre pueden vivir tranquilos. Muchos, con familiares en el norte, temen represalias, si son descubiertos por cientos de espías norcoreanos, en el sur.

Aunque el trayecto podría hacerse en dos horas en auto y otra en avión, Jin tardó tres años en llegar a Seúl desde su aldea natal, situada en las montañas de Corea del Norte, a unos 100 kilómetros de Pyongyang.

Primero se jugó la vida cruzando la frontera con China y allí trabajó en una fábrica, como clandestino, durante 19 meses. Ahorrando hasta el último yuan, pagó una red de tráfico ilegal que lo condujo hasta Tailandia sin ser descubierto por la Policía china.

Una vez en Bangkok, pidió asilo en la embajada de Corea del Sur y pudo, por fin, reunirse con un primo de su padre que llevaba varios años viviendo en Seúl.

"Llegué en 2005, pero extraño a mi familia. Sobre todo los primeros meses fueron muy duros. No me imaginé que sería tan difícil abrirse paso aquí", explicó este hombre de 39 años, que trabaja como mesero en un establecimiento que vende sopas de fideos en los suburbios de la capital surcoreana.

Jin atiende a las preguntas de EL TIEMPO con nerviosismo, se niega a revelar su nombre completo, a ser fotografiado y a dar más detalles sobre su vida y su identidad. La entrevista, realizada en una mesa del local, no dura más de cinco minutos.

Como Jin, cerca de 20 mil norcoreanos viven en Corea del Sur, donde son considerados "refugiados". El régimen de Pyongyang, sin embargo, los llama "desertores".

Andrei Lankov, profesor asociado de la Universidad Kookmin de Seúl, asegura que la mayoría de estos "refugiados" viven con el miedo a ser descubiertos por la dictadura norcoreana.

"Muchos de ellos aún tienen familiares en el norte y, sin son descubiertos por los cientos de espías norcoreanos que trabajan en Seúl, pueden ser extorsionados bajo amenaza de represalias contra sus seres queridos", explicó.

Se sienten discriminados

Los problemas de los refugiados norcoreanos no acaban ahí. Su renta no supera los 650 dólares al mes, poco más de la mitad de la media nacional. Aunque forman parte de la misma nación y la misma etnia, muchos se sienten discriminados por sus peculiaridades socioculturales, tras haber crecido en el país más aislado del planeta.

"Las diferencias son enormes. Los refugiados norcoreanos no tienen habilidades ni educación suficiente para encontrar trabajos estables. Su conocimiento del mundo libre es escaso y su fuerte acento al hablar los delata al instante. La mayoría no entienden qué es el "estrés" cuando llegan. Es necesario explicárselo antes de tratarlos", afirmó en una entrevista con la prensa surcoreana el psiquiatra Jeon Jin Yong, director de la clínica Hana, un instituto creado para atender a los norcoreanos.

Según estudios recientes, el 80 por ciento de los refugiados que llegan anualmente a Corea del Sur son mujeres. Las muchachas jóvenes se adaptan mucho más fácilmente, algunas buscando matrimonios con surcoreanos. En Seúl existen agencias matrimoniales especializadas en encontrar marido a chicas norcoreanas.

"Es uno de los mejores atajos para integrarse a su nueva realidad", admitió recientemente el Ministerio de la Unificación. La prostitución también es una salida para decenas de norcoreanas que no encuentran una manera mejor de sobrevivir.

Los hombres lo tienen mucho más difícil. Algunos no encuentran trabajo y otros se ven obligados a aceptar labores manuales mal pagados que ningún surcoreano quiere desempeñar.

"Corea del Sur no está teniendo éxito en absorber a los 20 mil norcoreanos que han llegado al país desde que terminó la guerra", concluyó Lankov un reciente artículo publicado en el diario digital "Asia Times".

Organizaciones gubernamentales y NGO privadas ofrecen apoyo a los refugiados. Existen hospitales, colegios y centros de atención para atenderlos.

A los desertores que alcanzaron altos cargos en el régimen de Pyongyang antes de huir, incluso se les protege con guardaespaldas, para evitar que sean asesinados.

Cientos de norcoreanos encuentran refugio espiritual y ayuda material en los movimientos religiosos, principalmente cristianos. En Corea del Sur existen cerca de 9 millones de protestantes y más de 5 millones de católicos.

ÁNGEL VILLARINO
PARA EL TIEMPO
SEÚL, COREA DEL SUR


F eltiempo.com

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