ARGEL (Reuters) - En una librería de un suburbio del este de la capital argelina, los visitantes pueden entrar desde la calle y elegir títulos como "Nuestra lucha contra Occidente" y "La Yihad de acuerdo los principios salafistas".
Después de mantener un perfil bajo durante años, los salafistas argelinos - seguidores de una rama ultra conservadora del Islam - están optando por una línea más audaz, presentándole un desafío a un Estado firmemente secular que está combatiendo una prolongada insurgencia islamista.
La mayoría de los salafistas en Argelia nunca han estado involucrados en el conflicto armado que convulsionó al país desde principios de la década de 1990, y de hecho muchos cooperaron con el Gobierno para persuadir a los insurgentes de que abandonaran las armas.
Ellos no buscan tener una influencia política manifiesta, en parte debido a que sus creencias lo prohíben, pero están empezando a ejercer una creciente influencia sobre la sociedad y el modo en que la gente se viste, se relaciona con Estado y realiza sus negocios.
"Se están movilizando e influyendo a toda la sociedad en un modo muy negativo (...) el movimiento actúa en paralelo al Estado y a la sociedad", dijo a Reuters el analista político Mahmoud Belhimer.
El movimiento salafista -que está fuertemente influenciado por la escuela Wahhabi del Islam en Arabia Saudita- ha estado volviéndose más autoritario de forma sutil, pero tangible.
A comienzos de año, los salafistas protestaron contra un plan del Gobierno para que las mujeres se quiten el velo sobre sus cabellos para las fotografías de sus pasaportes.
Los salafistas, con sus características barbas y túnicas blancas, dominan cientos de mercados abiertos y han presionado a los comerciantes de los puestos para que dejen de vender tabaco y alcohol, ambos prohibidos por el Islam.
Como el signo más visible de su creciente autoritarismo, un grupo de clérigos salafistas que asistía hace dos meses a un acto oficial junto al ministro de Asuntos Religiosos se negó a ponerse de pie para entonar el himno nacional.
"Nunca escuché de una falta de respeto tal ante el Estado por parte de salafistas en ninguna otra parte del mundo árabe, ni siquiera entre los salafistas sauditas", dijo David Ottaway, un especialista en movimientos islámicos del Wilson Center, un comité de expertos con sede en Washington.
ESTADO TOLERANTE
Una paradoja del ascenso de los salafistas es que según algunos observadores, éste ha sido favorecido por el propio Gobierno.
Las fuerzas de seguridad, buscando apoyo en su lucha contra los insurgentes vinculados a Al Qaeda, toleraron que los salafistas acordaran respaldar el plan del Gobierno para persuadir a los combatientes rebeldes de bajar las armas.
Las autoridades son más tolerantes con los salafistas que en muchos otros países árabes, y en la calle a menudo se ven personas con barba y túnicas blancas.
"Si esto fuese Egipto, estas personas serían detenidas por la policía", dice un diplomático occidental.
Se estima que unas 200.000 personas murieron en los violentos enfrentamientos entre los rebeldes islámicos y las fuerzas de seguridad del Gobierno que comenzaron a principios de la década de 1990.
La decisión del Gobierno de tenderles la mano a los salafistas ha sido exitosa hasta ahora, ayudando a reducir dramáticamente la violencia en los últimos años.
Pero los críticos dicen que esta política corre el riesgo de fracasar.
"Esta corriente recibió el fuerte apoyo del Gobierno durante la última década, pero se le ha otorgado tal poder que ahora podría presentar un riesgo para toda la sociedad", dijo a Reuters Mohamed Mouloudi, un experto independiente en asuntos islámicos.
Un importante clérigo e imán salafista sostuvo que el movimiento pretende tener una influencia positiva sobre la sociedad, pero que sus metas estaban siendo distorsionadas por sus opositores.
"Occidente ha demostrado que esto es en contra del Islam, y está presionando mucha a los gobiernos musulmanes para que tomen medidas enérgicas contra la corriente salafista porque representa al Islam puro, el Islam de nuestros ancestros", dijo el jeque Abdelfettah Zeraoui.
"Nuestro propósito no es alcanzar objetivos políticos, sino transformar a la sociedad, que ha sido influenciada de forma negativa por los valores occidentales, en una sociedad genuinamente musulmana", sostuvo.
PUREZA RELIGIOSA
Los salafistas son una minoría en Argelia, donde la mayoría de los creyentes sigue corrientes más dominantes del Islam.
La fe salafista hace énfasis en la pureza religiosa y sus adherentes realizan sus rituales diarios, conocidos como "Sunn'a".
Un volumen a la venta en la librería adjunta a la mezquita salafista y al centro educativo en el suburbio de Rouiba, en Argel, fue editado en Arabia Saudita y tiene 500 páginas de orientación religiosa sobre "cómo mantener su barba".
Los devotos rechazan cualquier tipo de participación política, por considerar a los sistemas políticos modernos como una innovación ilegítima o "bid'a", motivo por el cual algunos se negaron a pararse para entonar el himno nacional.
Akli, un ex insurgente que se rindió en el 2001 bajo una amnistía del Gobierno, es un salafista que sigue las enseñanzas del jeque Ali Ferkous, un destacado predicador.
Akli cultiva una pequeña parcela de tierra en la región de Bouira, a 100 Kilómetros al este de Argel. Pese a su pobreza, se niega a tratar con bancos o aceptar un préstamo sin intereses del Gobierno para mejorar sus cultivos.
"No, no es lícito, dijo Ferkous en uno de sus fatwas (edictos religiosos)", declaró a Reuters el granjero, quien no quiso ser identificado con el nombre de su familia.
Gran parte de esa forma de pensar proviene de Arabia Saudita.
Durante la disputa de principios de año sobre las fotos de los pasaportes, el gran jeque Abdul-Aziz al-Sheikh, oficialmente apoyado por Arabia Saudita, emitió una fatwa que decía que a las mujeres debía permitírseles dejarse sus velos puestos.
El imán salafista más prominente de Argelia, Abdelmalek Ramdani, vive en Arabia Saudita, mientras que otros destacados predicadores, incluyendo a Ali Ferkous, Azzedine Ramdani y Al Eid Cherifi, recibieron formacion religiosa en ese país árabe.
Además, casi todos los ejemplares a la venta en la librería salafista fueron editados en Arabia Saudita.
La creciente influencia de un Estado extranjero sobre la sociedad y forma de vida argelinas es el aspecto más alarmante para muchos críticos del salafismo.
"Algunos salafistas argelinos están más cerca de Arabia Saudita que de Argelia. Este es un gran problema que necesita ser atendido", dijo el experto religioso Mouloudi.
(Editado en español por Marion Giraldo)
F reuters.com
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